Compartimos con vosotros este artículo de nuestra compañera Cristina Bandín para el diario El Progeso de Lugo.
Los estudios señalan que un porcentaje alto de pacientes (80%) que acuden a las consultas de Atención Primaria refiriendo dolor inespecífico, padece algún tipo de trastorno depresivo no diagnosticado o bien, presentan ansiedad. El abordaje de estos trastornos en la atención primaria es una demanda urgente del personal sanitario.
Sabemos que las terapias psicológicas basadas en la evidencia son medidas eficaces y eficientes para el tratamiento de problemas leves y moderados de ansiedad y depresión. Según un informe Británico la intervención psicológica debería ofertarse a todas las personas que presentan depresión y ansiedad, dado que es eficaz y preferible frente a la prescripción de fármacos. Si bien a corto plazo la terapia y el uso de fármacos presenta una eficacia semejante, a largo plazo es la terapia psicológica la que ha demostrado mantener sus efectos.
En Galicia la asistencia psicológica en el SERGAS es insuficiente. Actualmente hablamos de unas listas de espera de 6 meses en atención a adultos y las sesiones no pueden tener la periodicidad deseada para el tratamiento.
Cuando una persona acude a terapia por depresión me gusta preguntarle cómo representaría su dolor: una losa que me ponen encima, un peso en el pecho terrible, algo dentro que no me permite estar tranquila, un monstruo, etc que nos dan idea del sufrimiento que viven. Las imágenes son importantes y a veces sirven para matizar cómo las personas viven los diagnósticos. No es lo mismo hablar de «depresión endógena» (que sugiere algo interno, inmutable) que hablar del «vestido de la depresión» (que ahora tengo, pero hay días o momentos que no). Algunas imágenes pueden ser más adecuadas que otras para dirigirnos al cambio.
A veces sucede que el entorno no comprende la enfermedad y procuran animar, restar importancia, insistir en lo que el paciente debe hacer. Son actitudes que hacen sentir a la persona incomprendida.
La terapia puede ser liberadora para la persona y para sus familiares y amigos. Puede servir para comprender mejor la enfermedad, para observar qué soluciones intentadas son nocivas y por dónde alentar los cambios. Las sesiones dan protagonismo a quien sufre en primera persona pero también buscan la colaboración de otras personas cercanas. La actividad en el proceso terapéutico es una de las claves, pero con la necesaria sensibilidad de adaptarse a la persona e ir dando pasos pequeños. Reforzamos los logros y generamos conversaciones que trabajen el locus de control interno. Esto significa atribuir los cambios a las cosas que hacemos, que son nuestra responsabilidad, y así recuperar poder sobre lo que sentimos y pensamos.
Agradezco mucho un regalo bonito que me hacen las personas que pasan por mi consulta. Les pido que me cuenten a través de una carta cómo fue su proceso, es decir, cómo vivían con la depresión y cómo vivieron el camino hasta la superación. Son cartas que, con su permiso, después puedo reléerselas a otras personas y que dan esperanza cuando aún no se ve la luz al final del túnel.
Puedes llamarnos para consultar lo que te preocupe y también para pedirnos referencias.